Stanisława Leszczyńska fue una matrona polaca nacida el 8 de mayo de 1896. Tras su captura por los nazis, fue enviada junto a su hija al campo de concentración de Auschwitz, donde permaneció casi dos años ejerciendo su profesión.
En el campo de exterminio, las mujeres embarazadas eran asesinadas, ya que no las consideraban aptas para el trabajo. Los pocos bebés que nacían eran ahogados en barriles o tirados a la basura. Algunos niños por su apariencia "aria" eran trasladados a orfanatos alemanes para ser adoptados.
Stanisława improviso una “sala de maternidad” en los barracones que se encontraban junto a las calderas, el sitio más cálido en el campo. Ese lugar se convirtió en la salvación de miles de madres y niños por nacer.
Debido a las condiciones inhumanas, muchas mujeres y sus hijos morían en el parto, pero gracias a los cuidados que Leszczyńska brindaba a las mujeres, muchas dieron a luz hijos y se recuperaron para continuar con “el trabajo” de Auschwitz. Leszczyńska marcaba a los recién nacidos rubios y de ojos azules con una cruz en la frente.
El aumento de la natalidad y la recuperación de las madres, llamó la atención de Joseph Mengele, el médico nazi conocido como “el ángel de la muerte”. El alemán le ordeno asesinar a todo niño que naciera vivo en el parto. Ante ello, la polaca se negó diciendo: “No, ni ahora ni nunca”. Mengele nunca tomo represalias contra ella.
La mujer estuvo en Auschwitz hasta su liberación por las tropas soviéticas el 26 de enero de 1945, cuando pudo reunirse con sus hijos, prisioneros en el campo de concentración austriaco de Mauthausen-Gusen. Leszczyńska falleció en el año 1974.
Cuando acabó la guerra, cientos de madres pudieron identificar a sus hijos en los orfanatos, gracias a la marca que tenían en la frente. Por desgracia se calcula que solo 30 de los nacidos en el campo sobrevivieron.
En Auschwitz las prisioneras la llamaban "Mutti" (mama). Se calcula que ayudó a traer al mundo a unos 3000 niños.
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